ENTREVISTA
María
Alejandra Rendón: la lucidez en la poesía joven
La industria cultural de masas
despoja la memoria histórica
Nuestra
entrevistada de hoy, la poeta María Alejandra Rendón, es un verdadero reto,
pues si vas a buscar poesía ligera o pensamientos evasivos como muchas veces
encontramos, con ella vas a encontrar todo lo opuesto: una mujer joven,
talentosa, comprometida, confrontativa ante la injusticia y sumamente
productiva, tanto en el arte como en la lucha social. Así que con ella es mejor
ir al grano y dejar que hable, porque tiene mucho que decir. En todo caso publicaremos
aquí la versión extendida de la entrevista, pues en el diario La Calle,
editamos una versión adaptada al formato impreso.
¿Cómo definirías tu trabajo artístico?
Es
difícil para mí, y creo que para todo artista, hacer una autodefinición de su
trabajo. Sobre todo porque el mismo es el producto de un diálogo permanente con
el mundo, y como en todo diálogo, surgen más dudas que certezas, la poesía es
esa contesta transitoria a ese estado de desamparo, es un signo individual, pero también social,
por lo que ese diálogo siempre tiene la mirada del mundo atravesándonos,
haciéndonos, sintiéndonos, retándonos a
decir; conforme a eso si algún rasgo prevalece en mi actividad creadora es, sin
duda, la búsqueda honesta de la verdad,
de la poesía, de la palabra colectiva que no es materia inerme , ni estática,
sino un vigoroso estado de vitalidad en el que está mi YO, por supuesto, y ese “YO”
supremo que es el mundo moviéndose y que, en el caso de la poesía, pretende
tomar alguna forma por medio del lenguaje y las transgresiones que a éste
hacemos.
¿Por qué escogiste esa disciplina para expresarte?
No
creo que se trate de alguna escogencia, sino de un irrefrenable impulso, cuya
aparición no puedo precisar, que me ofreció la palabra como medio para
expresarme. Simplemente un día me sentí convidada a escribir cosas, esas cosas han ido
madurando ciertamente, como otras formas
de creación que, también, desde pequeña me apasionaron: el teatro y la danza,
por ejemplo.
Sin
embargo mi filiación con la poesía es mucho más fuerte, es siempre un estado de
asomo, de alerta de los sentidos, por esa razón amo la poesía, la palabra y su
poder, para ser más específica; como un instrumento de posibilidades infinitas,
a pesar de los márgenes formales de la lengua. Me motiva su capacidad de
transgresión.
Todas
las mutilaciones que nos propina este mundo de hoy, nos hace crecer desde otros costados, si lo
procuramos, claro está; en mi caso es la poesía, ésta como un oficio, pero
también como una manera de ver y sobrevivir en el mundo. Más allá de ser,
entonces, una elección, es un grito imperecedero que nunca acaba y, sin embargo,
es un desahogo.
¿Cómo fueron tus comienzos en la profesión?
El
arte y yo nos conocimos muy temprano, esta filiación viene de mi casa, los
amigos de la casa, el entorno, el momento político convulso y hostil de los 90
que obligó a mis padres y a otros más a tomar las tribunas populares del
pueblo, a decir, a declarar lo nuevo, lo necesario, lo urgente; en esa
necesidad crecí, en medio de conversas, lecturas, tertulias etc. en fin,
ese acto amoroso por los demás, en medio de un ambiente preñado de
coraje y ternura, de pobreza material compensada con mucha riqueza espiritual.
Allí
está el origen de lo que es, no una profesión, sino un signo de errancia,
incluso, la única alternativa que nos deja este mundo a los y las que no tenemos nada. La poesía es, después de
todo, un arma gratuita, la única de la cual pude echar mano para sumarme a la
batalla.
¿Cuál consideras tu que es tu mayor aporte o logro?
El
mayor aporte es hacer lejana la
posibilidad de que se extinga la poesía, garantizar su perpetuidad es dejar
siempre una puerta abierta. En lo personal asumo este objetivo desde la insurgencia,
desde la honestidad, y ese es el mejor aporte de cualquier poeta o, al menos,
es mi caso.
¿Cuáles artistas te han influenciado más?
Son
muchos y muchas, con diferente intensidad y en distintas épocas. Inicialmente
las voces clásicas, los referentes líricos del romanticismo, del simbolismo.
Pero más adelante los poetas nuestroamericanos y sobretodo los nacionales.
Voces como las de Gustavo Pereira, Valera Mora, Lydda Franco, Ana Enrriqueta
Terán, Orlando Araujo, Gerbasi..etc. son, sin duda, un referente difícil de
ignorar; son influjos muy motivadores que hasta hoy son una fuente inagotable
de revelaciones y aprendizaje. Son nuestra generación maestra.
También,
fuera de las fronteras del género, hay influencias en el teatro y la narrativa. Hay un ejercicio de lectura que
dialoga con lo que escribo, aún sin proponérmelo.
¿Cuáles son tus proyectos actualmente?
Actualmente
me encuentro escribiendo, sólo escribiendo, sin fin específico; crear es el
propósito de todo día. Dos nuevos libros estoy comenzando a escribir, aun se
encuentran en una fase muy insipiente, “Déjeme en la parada” y “En defensa
propia” son los tentativos títulos de estos dos poemarios que hago de forma
simultánea, como acostumbro.
También
estoy haciendo un intento de edición de una antología mínima en el que estoy empezando a poner
esfuerzos a través de una editorial alternativa, pero nada concreto aún. Por
ahora escribo, a veces con mucha frecuencia y
otras con algunas sequias de por medio.
En tu criterio, ¿cuál es la función del arte?
El
arte posee, desde que es, una función social, porque es un producto histórico y mantiene una relación dialéctica
con el mundo. Su fin no nace y muere en el sujeto creador, no tiene ese
carácter autotélico que declaran ciertos teóricos: ese fin en uno mismo como
centro de la creación. El arte es búsqueda,y en esa búsqueda uno no es un
fragmento autodefinible, sino una realidad totalizada, es decir, el mundo se
busca a través del arte y es el creador o la creadora es quien termina
traduciéndolo a través de su subjetividad.
El arte es, por tanto, un hecho político, por
el simple hecho de que concursa la razón y porque todo contenido está sujeto a
relaciones sociales de poder, de las
cuales nadie puede prescindir, aunque declaremos no tomar partido o ser
“apolíticos”. El arte participa como actor social en todos los cambios y
tensiones que la sociedad experimenta, porque como te decía en principio: todo
arte es diálogo, es comunicación y, una vez está se produce, estimula la
aparición de interpretaciones,
respuestas, verdades, cambios etc..
Las
creadoras y creadores humanistas hacemos lo posible porque esas transformaciones
obedezcan a razones sensibles y
moralmente comprometidas con las más nobles aspiraciones, más cuando nos
reconocemos dentro modelo que restringe las libertades, cuyo sistema de relaciones
rinde culto a las asimetrías y
donde prevalece una cultura
contra -natura que atenta contra las esenciales riquezas humanas, una de éstas:
la verdad, como expresión de lo bello, esa verdad clandestina que es, como decía Ludovico Silva:
CONTRACULTURAL.
¿Cómo ves la situación de tu disciplina actualmente en el
país?
Veo
la producción literaria floreciendo, hecho que se traduce en la calidad y
cantidad de voces emergentes, en la consolidación de espacios para la
creación, en los esfuerzos sostenidos
por procurar tribunas y experiencias que antes no estaban, a pesar de las objetivas
limitaciones que implica una crisis de papel e insumos gráficos, por
ejemplo, que a pesar de incidir en la
dinámica editorial, no han impedido la comunión con el libro, con la lectura y
su promoción y que, por el contrario, ha promovido y estimulado alternativas
que permitan sostener este avance que tenemos en materia estético-cultural.
Son circunstancias que vienen de la mano de
una aspiración colectiva de participar para superar los desafíos que hoy
tenemos como pueblo, muy difíciles por cierto, y donde el arte, más específicamente, la palabra, tiene un
poder determinante.
Este ambiente preñado de incertidumbres
nos obliga a precisar rutas, establecer
juicios, crear y dar cara a la historia futura que hablará también desde la
poesía y todo cuanto hagamos. De manera que ese estado de vitalidad que surge
de la necesidad de superar una crisis, como la que hoy vive, no sólo Venezuela, sino el mundo, se
traslada al hecho creativo, es más, nos obliga a todos y todas a sumir una actitud creativa ante los más
doméstico y eso es maravilloso, porque
se trata de sobreponernos a la crisis de un modelo, de una cultura que expropia
la vida y la felicidad, que nos arrebató la confianza en el ser humano y que hoy nos coloca bajo una amenaza sin
precedentes como continente.
(Publicado en el diario La Calle el 01/10/2016, en una versión editada)
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