jueves, 29 de septiembre de 2016

  ENTREVISTA
María Alejandra Rendón: la lucidez en la poesía joven
La industria cultural de masas
despoja la memoria histórica
“No puedo hablar de la poesía hoy, sin aspirar verla necesariamente desde esas contradicciones primarias en  distintos órdenes: el económico, el político y el cultural, porque son los que rigen finalmente nuestra vida diaria y han normalizado hasta lo más abyecto a través de una potente industria cultural de masas que mutila la visión de mundo, nos cerca y nos despoja gradualmente de nuestra memoria histórica. Aún con todo ello, la poesía sobrevive como posibilidad de mundos posibles dentro de una realidad única, que nos otorga SIEMPRE la causa para escribir, porque como dijo Gustavo Pereira: ‘si no existen causas poéticas, no se puede escribir poesía..’”

Nuestra entrevistada de hoy, la poeta María Alejandra Rendón, es un verdadero reto, pues si vas a buscar poesía ligera o pensamientos evasivos como muchas veces encontramos, con ella vas a encontrar todo lo opuesto: una mujer joven, talentosa, comprometida, confrontativa ante la injusticia y sumamente productiva, tanto en el arte como en la lucha social. Así que con ella es mejor ir al grano y dejar que hable, porque tiene mucho que decir. En todo caso publicaremos aquí la versión extendida de la entrevista, pues en el diario La Calle, editamos una versión adaptada al formato impreso.

¿Cómo definirías tu trabajo artístico?
Es difícil para mí, y creo que para todo artista, hacer una autodefinición de su trabajo. Sobre todo porque el mismo es el producto de un diálogo permanente con el mundo, y como en todo diálogo, surgen más dudas que certezas, la poesía es esa contesta transitoria a ese estado de desamparo,  es un signo individual, pero también social, por lo que ese diálogo siempre tiene la mirada del mundo atravesándonos, haciéndonos, sintiéndonos,  retándonos a decir; conforme a eso si algún rasgo prevalece en mi actividad creadora es, sin duda, la búsqueda honesta de la  verdad, de la poesía, de la palabra colectiva que no es materia inerme , ni estática, sino un vigoroso estado de vitalidad en el que está mi YO, por supuesto, y ese “YO” supremo que es el mundo moviéndose y que, en el caso de la poesía, pretende tomar alguna forma por medio del lenguaje y las transgresiones que a éste hacemos.
¿Por qué escogiste esa disciplina para expresarte?
No creo que se trate de alguna escogencia, sino de un irrefrenable impulso, cuya aparición no puedo precisar, que me ofreció la palabra como medio para expresarme. Simplemente un día me sentí convidada  a escribir cosas, esas cosas han ido madurando ciertamente,  como otras formas de creación que, también, desde pequeña me apasionaron: el teatro y la danza, por ejemplo.  

Sin embargo mi filiación con la poesía es mucho más fuerte, es siempre un estado de asomo, de alerta de los sentidos, por esa razón amo la poesía, la palabra y su poder, para ser más específica; como un instrumento de posibilidades infinitas, a pesar de los márgenes formales de la lengua. Me motiva su capacidad de transgresión. 

Todas las mutilaciones que nos propina este mundo de hoy, nos hace  crecer desde otros costados, si lo procuramos, claro está; en mi caso es la poesía, ésta como un oficio, pero también como una manera de ver y sobrevivir en el mundo. Más allá de ser, entonces, una elección, es un grito imperecedero que nunca acaba y, sin embargo, es un desahogo.

¿Cómo fueron tus comienzos en la profesión?
El arte y yo nos conocimos muy temprano, esta filiación viene de mi casa, los amigos de la casa, el entorno, el momento político convulso y hostil de los 90 que obligó a mis padres y a otros más a tomar las tribunas populares del pueblo, a decir, a declarar lo nuevo, lo necesario, lo urgente; en esa necesidad crecí, en medio de conversas, lecturas, tertulias etc.  en fin,  ese acto amoroso por los demás, en medio de un ambiente preñado de coraje y ternura, de pobreza material compensada con mucha riqueza espiritual. 

Allí está el origen de lo que es, no una profesión, sino un signo de errancia, incluso, la única alternativa que nos deja este mundo a los y las  que no tenemos nada. La poesía es, después de todo, un arma gratuita, la única de la cual pude echar mano para sumarme a la batalla.

¿Cuál consideras tu que es tu mayor aporte o logro?
El mayor aporte es hacer lejana  la posibilidad de que se extinga la poesía, garantizar su perpetuidad es dejar siempre una puerta abierta. En lo personal asumo este objetivo desde la insurgencia, desde la honestidad, y ese es el mejor aporte de cualquier poeta o, al menos, es mi caso.

¿Cuáles artistas te han influenciado más?
Son muchos y muchas, con diferente intensidad y en distintas épocas. Inicialmente las voces clásicas, los referentes líricos del romanticismo, del simbolismo. Pero más adelante los poetas nuestroamericanos y sobretodo los nacionales. Voces como las de Gustavo Pereira, Valera Mora, Lydda Franco, Ana Enrriqueta Terán, Orlando Araujo, Gerbasi..etc. son, sin duda, un referente difícil de ignorar; son influjos muy motivadores que hasta hoy son una fuente inagotable de revelaciones y aprendizaje. Son nuestra generación maestra.
También, fuera de las fronteras del género, hay influencias en el teatro y  la narrativa. Hay un ejercicio de lectura que dialoga con lo que escribo, aún sin proponérmelo. 

¿Cuáles son tus proyectos actualmente?
Actualmente me encuentro escribiendo, sólo escribiendo, sin fin específico; crear es el propósito de todo día. Dos nuevos libros estoy comenzando a escribir, aun se encuentran en una fase muy insipiente, “Déjeme en la parada” y “En defensa propia” son los tentativos títulos de estos dos poemarios que hago de forma simultánea, como acostumbro. 

También estoy haciendo un intento de edición de una antología  mínima en el que estoy empezando a poner esfuerzos a través de una editorial alternativa, pero nada concreto aún. Por ahora escribo, a veces con mucha frecuencia y  otras con algunas sequias de por medio.


En tu criterio, ¿cuál es la función del arte?
El arte posee, desde que es, una función social, porque es un producto  histórico y mantiene una relación dialéctica con el mundo. Su fin no nace y muere en el sujeto creador, no tiene ese carácter autotélico que declaran ciertos teóricos: ese fin en uno mismo como centro de la creación. El arte es búsqueda,y en esa búsqueda uno no es un fragmento autodefinible, sino una realidad totalizada, es decir, el mundo se busca a través del arte y es el creador o la creadora es quien termina traduciéndolo a través de su subjetividad.

 El arte es, por tanto, un hecho político, por el simple hecho de que concursa la razón y porque todo contenido está sujeto a relaciones sociales de poder,  de las cuales nadie puede prescindir, aunque declaremos no tomar partido o ser “apolíticos”. El arte participa como actor social en todos los cambios y tensiones que la sociedad experimenta, porque como te decía en principio: todo arte es diálogo, es comunicación y, una vez está se produce, estimula la aparición de  interpretaciones, respuestas, verdades, cambios etc.. 

Las creadoras y creadores humanistas hacemos lo posible porque esas transformaciones obedezcan a razones  sensibles y moralmente comprometidas con las más nobles aspiraciones, más cuando nos reconocemos dentro modelo que restringe las libertades, cuyo sistema  de relaciones  rinde culto a las asimetrías y  donde prevalece una  cultura contra -natura que atenta contra las esenciales riquezas humanas, una de éstas: la verdad, como expresión de lo bello, esa verdad clandestina  que es, como decía Ludovico Silva: CONTRACULTURAL.

¿Cómo ves la situación de tu disciplina actualmente en el país?
Veo la producción literaria floreciendo, hecho que se traduce en la calidad y cantidad de voces emergentes, en la consolidación de espacios para la creación,  en los esfuerzos sostenidos por procurar tribunas y experiencias que antes no estaban, a pesar de las objetivas limitaciones que implica una crisis de papel e insumos gráficos, por ejemplo,  que a pesar de incidir en la dinámica editorial, no han impedido la comunión con el libro, con la lectura y su promoción y que, por el contrario, ha promovido y estimulado alternativas que permitan sostener este avance que tenemos en materia estético-cultural. 

 Son circunstancias que vienen de la mano de una aspiración colectiva de participar para superar los desafíos que hoy tenemos como pueblo, muy difíciles por cierto, y donde el arte,  más específicamente, la palabra, tiene un poder determinante.

 Este ambiente preñado de incertidumbres nos  obliga a precisar rutas, establecer juicios, crear y dar cara a la historia futura que hablará también desde la poesía y todo cuanto hagamos. De manera que ese estado de vitalidad que surge de la necesidad de superar una crisis, como la que hoy  vive, no sólo Venezuela, sino el mundo, se traslada al hecho creativo, es más, nos obliga a todos y todas  a sumir una actitud creativa ante los más doméstico y  eso es maravilloso, porque se trata de sobreponernos a la crisis de un modelo, de una cultura que expropia la vida y la felicidad, que nos arrebató la confianza en el ser humano y  que hoy nos coloca bajo una amenaza sin precedentes como continente. 

(Publicado en el diario La Calle el 01/10/2016, en una versión editada)

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