sábado, 3 de septiembre de 2016

Instituciones públicas: Los pequeños reinos


En este país, mi país, tu país, como dice la canción de la inolvidable María Teresa Chacín, la agenda sectaria de una minoría se impone en nuestra misma cotidianidad. En esta ciudad, mi ciudad, tu ciudad, hay gente experta en excluir, funcionarios entregados a bajas pasiones, prestos a fortalecer muros alrededor de sus pequeños reinos.

Así el maltrato cultural que recibe el ciudadano con el bombardeo de antivalores en la industria  del entretenimiento se refuerza con la escasa oferta de actividades integrales para el desarrollo a través de las artes disponibles. El eventismo es el orden del día. Cultura, la caja chica. Cultura, la agencia de festejos. Cultura, la decorativa, la protocolar, la tradicional para que ser uno de esos amigos a montones de la supuesta cultura popular. Y, ojo, ninguna institución se salva de esos mezquinos que, para hacer honor a la verdad, conviven paradójicamente con esfuerzos aislados que dependen de voluntades individuales, de gestos quijotescos.

Hay que aplaudir, por ejemplo, a la Fundación para la Cultura de la Ciudad de Valencia con el concepto integrador de Plazarte, la Secretaría de Cultura del Gobierno de Carabobo con su oferta expositiva, el Gabinete Carabobo del Ministerio de la Cultura con la reproducción de los programas nacionales como la Filven o el Festival Internacional de Poesía, el Salón Michelena en su lucha por recuperar espacios, el Mercado de Diseño de la Galería Universitaria, los talleres del Gabinete del Dibujo y la Estampa, los espacios ganados por gente valiente en la sede de La Pastora de Tknela Teatro y en su Encuentro Más Allá de los Cuentos de Canoabo o la vitalidad artístico-social del Teatro Insurgente Cristóbal Ruiz en Frapom, la creación y consolidación con tres producciones de la Compañía Estable del Teatro Municipal de Valencia, la Red de Danza y su Diplomado en el CUAM, la alta calidad artística de tantas agrupaciones, el trabajo de colectivos como la Zona de Descarga, Transeúntes, Vibración Positiva, La Letra Voladora, Colectivo Cultural Pocaterra, Iguanas del Cabriales, Sociedad Carabobeña de Expresión Poética y Ghetto Sur, la vanguardia formativa de la Escuela de Artes Plásticas Arturo Michelena o de la academia privada Artmónico, y así sería largo contar tantas historias locales de exitosa productividad artística.

(Imágenes del Plazarte de Fundacultura en las plazas Santa Rosa y Fabián de Jesús Díaz)

Ahora bien, con tantas cosas positivas no termina de articularse un poderoso movimiento transformador de la sociedad y el alcance aislado de cada iniciativa no pasa de ser focal. Por eso hay que incrementar nuestra preparación, nuestra intercomunicación, escuchar, reflexionar, diseñar una respuesta y ejecutar soluciones con excelencia. Romper los círculos cerrados y transformarnos en red abierta.


Y para los negligentes, desmotivados, mediocres y canes cerberos sempiternos de la cultura, les decimos: No siga estorbando, conviértase en un agente dinamizador de las iniciativas de los demás, no solo de las suyas propias o, sino, renuncie. Dele la oportunidad a nuevas voluntades. Y cuando llegue a un cargo público, por Dios, continúe las iniciativas exitosas de su predecesor y dele crédito por eso, aunque sea de tendencia política contraria, no sea tan básico de borrar las huellas de otros para colocar la suya, de orinar donde orinó el otro para marcar su nuevo territorio efímero, su reinado.
(Así se ven los viernes culturales en la plaza Sucre de la Secretaría de Cultura)

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