Denis Miraldo
Imagínense si el sabio Jacinto Convit estuviera aún con nosotros. Con más de cien años luchando día a día contra el Coronavirus, buscando la vacuna venezolana, esa que se disputan hoy tantos países como Rusia, Inglaterra, Cuba, EEUU, China, entre otros. Seguro con su tenacidad y ejemplo de perseverancia y ética de trabajo ya hubiera sido bautizado como Jacinto Covid, y nos ahorraría la constante vergüenza de ser un país azotado por la fuga de cerebros y la negligencia de muchos, tanto en el poder político como en las responsabilidades técnicas. Y mejor no digo más.
Nos merecemos un mejor país, es
cierto, pero debemos creer, debemos ser mejores, debemos organizarnos para la
convivencia productiva y solidaria, hay tantos “debemos” pendientes en la
tierra de científicos como Jacinto Convit, Humberto Fernández-Morán, Gloria
Teresa Mercader y José María Benítez, entre
tantos otros, en una nación que clama, merece y debe construir “desde ayer” el
nivel de vida que garantice el desarrollo que muchos venezolanos en éxodo han
descubierto en otras culturas.
Ejemplos tenemos muchos. Día a
día conozco gente valiosa que trabaja incansable, con disciplina, autocrítica,
planificación, pasión, sentido de pertenencia, fe, honestidad… valores que
deberían ser bordados como las estrellas del tricolor nacional.
Recuerdo la canción de Trino Mora
“De la boca para fuera” de hace más de cuarenta años, donde criticaba el
fenómeno de calcomanías y símbolos nacionalistas que pulularon en aquella
época, expresiones externas carentes de profundidad, una moda tricolor, como
tantas otras, mientras que el país era saqueado y el complejo de inferioridad
ante lo extranjero crecía.
“No hay que ser venezolano / de
la boca para afuera / ni cantar alma llanera / para engañarnos mejor”. Así
arrancaba el coro de aquella rola que quedó grabada en mi corazón para siempre,
y que hoy retumba desde la historia para recordarnos la gran tarea pendiente de
nuestra sociedad, la coherencia entre el discurso y la acción.
Dos mil años después que Jesús
curara leprosos allá en Galilea, aquí un venezolano logró “el milagro” de
desarrollar la cura contra la lepra, además de grandes avances en combatir
otras enfermedades como la leishmaniasis y el cáncer. Picó su torta de
cumpleaños número cien con sus compañeros en plena faena de trabajo, sin
jubilaciones, sin descansos, comprometido con aliviar el sufrimiento y la salud
de los seres humanos, dando el ejemplo hasta el último suspiro.
Ese es el país que yo quiero. El
que inspira, el que crece y se convierta en ejemplo, la luz para el mundo que
estamos destinados a ser, en contra de las conjuras de los seres oscuros que se
multiplican entre el oportunismo y la corrupción, regodeados de antivalores,
fieles seguidores de la “religión” consumista, egoístas, egoístas, egoístas.
Jacinto Convit (1913 – 2014) se dedicó
con pasión durante toda su vida al servicio público y nunca ejerció la medicina
privada, por una auténtica vocación humanista. Decía que “jubilarse es la
muerte” y nos dejó también el secreto de su longevidad: emprender proyectos,
trabajo constante y mantenerse siempre ocupado.
Y termino recordando, a modo de
reflexión, un fragmento del gran valenciano José Rafael Pocaterra, tomado de su
novela “Vidas oscuras”:
“…Tú y yo somos todo el país: yo
el pendejo que trabaja, el que aguanta, el que cree en antiguallas de dignidad,
de vergüenza, de honradez, el que mantiene a los zánganos hasta quedar
arruinado para merecer luego su desprecio... Pero el castigo de ustedes, los
pasados de su fila, de su partido, de su casta; el castigo de los transados
viene detrás, ahí mismo, con el negro Estranón hijo de los esclavos de mi
padre; ese es el que viene al poder a que tú le sirvas, a que le laves las
patas, a que le des una hija tuya, una Gárate blanca... ¡Yo me voy de aquí, a
morirme bien lejos... Esta es una gusanera incurable…!
(Imagen tomada de https://wsimag.com/es/ciencia-y-tecnologia/18748-jacinto-convit)
@denismiraldo
Publicado en el Diario La Calle -
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